GUERRA EN UCRANIA - ¿Vamos hacia un mundo multipolar?

Los especialistas en geopolítica teorizan sobre la continuación de la hegemonía de los Estados Unidos y el debate del surgimiento de nuevos polos de poder a nivel global. Aún con la resolución del conflicto en Ucrania en un horizonte lejano, los analistas internacionales construyen los escenarios futuros de cara a las próximas décadas.

Mundo 01/03/2023 Pablo Testori Pablo Testori
The Harvard Gazette  - "One year later: How does Ukraine war end?" - Gentileza: Kyodo via AP Images
The Harvard Gazette - "One year later: How does Ukraine war end?" - Gentileza: Kyodo via AP Images

En el año 1992, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama publicaba el que fuera quizás su trabajo más influyente en la materia, "El fin de la Historia y el último Hombre". En su obra, él analista vaticinaba el surgimiento de un Estados Unidos como el único hegemón del planeta y teorizaba sobre como las naciones se dirigirían inexorablemente en una marcha hacia convertirse en democracias liberales al estilo occidental.

Para el final de la Guerra Fría con la caída de la Unión Soviética y el posterior desmembramiento de sus repúblicas constitutivas,  la balanza del poder global se inclinaría sin aparente contrapeso hacia el gigante americano; es así que hubo a principio de los años noventa, una suerte de consenso generalizado entre los analistas y politólogos a nivel internacional, de que se llegaría a una "Pax Americana", pero rápidamente estas presunciones quedaron desfasadas ante el escalamiento de los conflictos en el golfo Pérsico e Irak y terminarían tirando por la borda la analogía con el antiguo imperio Romano.

La penetración cultural y el avance americano hacia los mercados de los que otrora fueran satélites soviéticos, particularmente en los países del Este europeo, generó las condiciones necesarias para un crecimiento económico y una supremacía política para los Estados Unidos sin precedentes desde principio del siglo XX. Lógicamente, y ante la acefalia propiciada por la desaparición del gigante rojo, se regó de conflictos fronterizos, fundamentalmente en la forma de guerras civiles por la pugna del poder, el largo y ancho del planeta, pudiéndose destacar las Guerras del Cáucaso, el conflicto Ruso-Checheno, la toma y consolidación del poder de la Ayatolá Jomeiní en Irán, el avance del Talibán en Afganistán, el conflicto en los Balcanes y esto sólo por nombrar algunos de los enfrentamientos armados que signaron los primeros años de la última década del siglo XX.

Tras el colapso de la Unión Soviética... Estados Unidos trató de hacer algo que ningún imperio había hecho jamás: ejercer una hegemonía completa por sí solo. Falló. Así que ahora tiene que lidiar con las realidades de un imperio chino que ayudó a empoderar a principios de la década de 1970..

John Keane, politólogo y especialista en relaciones internacionales de la Universidad de Sidney- 1995

Está claro ahora ya con el periódico del lunes, que eventualmente las naciones bajo la órbita soviética no se condujeron masivamente a adoptar un sistema democrático y republicano, sino que más bien se contentaron con perpetuar en mayor o menor medida aquellos poderes fácticos herederos del yugo de la URSS, conformando Estados fallidos y autoritarios. Claramente esto fue dejando muy lejana la visión del sistema internacionalista, democrático y de libre mercado que se esperaba en Washington para los países del tercer mundo y la evidencia demostró que Bill Clinton y los Bush no pudieron emular a Trajano en el mantenimiento del orden y la paz para su imperio.

Muchos coinciden que la caída de la hegemonía militar absoluta y de la agenda en materia de política internacional con respecto a la búsqueda de consolidación de los regímenes democráticos llevada por los Estados Unidos, se disrumpe con los atentados del 9/11. Esto último quedó ejemplificado con el giro tomado en materia de intervencionismo militar, el cual fue desde el concepto doctrinal de "Policía del mundo",  y con el respectivo rol del consejo de seguridad de las Naciones Unidas en las tareas de imposición de paz en los noventa, hacía la denominada "Guerra contra el Terror" de la segunda presidencia de George Bush. La nueva doctrina militar de tendencia exógena se cristalizó con la invasión a Afganistán – la cual se prolongó en un fracaso de 21 años de desgaste - y otros gobiernos colaborativos de Al- Qaeda por parte de una coalición internacional liderada por los Estados Unidos. Si algo estaba claro, es que luego de apenas diez años de superioridad militar, económica y política del águila, para principios del nuevo siglo, ya existían Estados e incluso organizaciones paraestatales con capacidad de dañar al país más poderoso del mundo el corazón de su seguridad domestica, a nivel no vivenciados desde Pearl Harbor.

Putin patea el tablero

Invasión para algunos - la amplia mayoría del mundo occidental - y operación militar especial para otros, principalmente para países mucho más dependientes de los medios rusos como el caso de Bielorrusia. Lo concreto es que el escenario de conflicto en Ucrania se presenta después de luego casi un año de enfrentamientos, con más dudas que certezas. El empuje inicial de las fuerzas armadas rusas y la evidente superioridad militar que, a priori era entendida por la comunidad de expertos en la defensa por parte de la Federación Rusa, quedó rápidamente desdibujada ante las importantes bajas, pérdidas de material y equipo que se observaron desde las primeras contraofensivas llevadas adelante por Kiev.

El reordenamiento de actores de la OTAN y el apoyo internacional hacia el país invadido, dejaron en claro que más allá de las sanciones económicas desde foros internacionales como la Unión Europea y el Banco Mundial, existe una voluntad manifiesta y real de emplear el hard power, es decir los recursos militares contra el régimen de Vladimir Putin, como ha quedado en claro con el reciente envío de casi 700 tanques de diversos orígenes para apoyar a los esfuerzos de la defensa.

Entre los principales aportantes se pueden señalar los siguientes:

  • Alemania: 18 Leopards 2AD y 100 Leopard 1A5
  • Países Bajos: 45 T-72 Avenger
  • Polonia: 290 T-72 M(R), 30 PT-91 y 14 Leopard 2A4
  • Republica Checa: 107 T-71 M1
  • Reino Unido: 14 Challenger 2

Hasta ahora lo que se ha podido dimensionar que la afectación y el estrangulamiento provocado por la guerra sobre suministros esenciales hacia Europa (principal destinatario de materias primas e hidrocarburos de Rusia) conllevaron a importantes pérdidas económicas y a la necesidad de replantear la matriz energética de cinturón industrial del viejo continente. Pero luego de este temblor inicial en las balanzas comerciales de las principales potencias de la EU, se logró la restructuración de las importaciones de gas y petróleo, reemplazando las de origen ruso por las de Noruega y los Estados Unidos - como en el caso de Alemania, que aplicó además un interesante programa de incorporación de nuevas tecnologías como los trenes en alimentados por hidrogeno y oxigeno – pudieron privar a Putin, no sólo de una importante arma de coacción, sino también de un tercio de su comercio internacional.

En respuesta a la pérdida de los mercados occidentales, indefectiblemente el Kremlin se vio presionado para colocar sus materias primas en países considerados en general como periféricos, los cuales fueron relegados por el esquema exportador ruso durante décadas, esto fundamentalmente por tratarse de mercados menos competitivos y con precios por debajo de la media internacional. Es entonces que Rusia comienza a inundar de materias primas a los mercados del BRICS (foro integrado por económicas emergentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y en menor medida con la Turquía de Erdogan. Sin duda en este nuevo esquema de redireccionamiento comercial hacia el mercado euroasiático se pueden considerar como grandes ganadores a los chinos, que sumaron competitividad a una economía con problemas de diversificación. En este sentido, China logró adquirir materias primas estratégicas como minerales esenciales para la industria pesada, energía barata y abundante; esto último con el agregado de haber afectado precisamente de manera inversa la productividad de sus principales competidores en materia de electrónica y tecnología en Europa.

En este escenario surgen actores con nuevos y dinámicos roles en la distribución del poder mundial, que se presentan como posibles aristas en el tablero geopolítico mundial donde se pueden definir nuevos polos. Además, el nuevo rol de una OTAN que se encontraba sin el objeto de su conformación, dispuesta a aumentar el porcentaje de inversión en sus presupuestos de defensa y comprometiéndose activamente en la seguridad regional, esto, fuera del paraguas de protección norteamericano. En esta nueva configuración, encontramos a una Rusia dispuesta al acto de fuerza, ya no en los marginales “Istán” si no a enfrentar a occidente abiertamente; y finalmente a la nueva China emergente como el principal eje del péndulo en la vanguardia tecnológica y militar. Podemos concluir que, a pesar del alto nivel de incertidumbre, si los Estados Unidos quiere permanecer en el primer puesto como potencia mundial, deberá decidir si se cierra al ostracismo al estilo Trump o tomará un rol activo en el empleo de la fuerza.

 

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